miércoles, 17 de diciembre de 2008

La Mansión Burthor pt. 1

El sonido de sus pasos recorría la estancia. Empujando un carrito por los pasillos, una figura esbelta se dirigía al grán salón.
La decoración era de finales del s.XIX. Había algo maravilloso el ambiente, pero difícil de captar.

El golpear de unos nudillos contra la madera de roble era lo único que rompía el silencio en la habitación dando a entender que la hora del té había llegado.

- ¿Cómo están los invitados?
- Disfrutando de nuestra calurosa acogida, mi señor.
- Tsk, se ha enfriado la taza.
- Señor, afuera hace mucho frío, estos pobres indigentes estaban ambrientos.. podría mostrar un poco más de comprensión.
- Dile al servicio que limpie bien, la última vez percibí manchas en la pared.
- A sus órdenes, mi señor.

El mayordomo recogió la taza de porcelana en su respectivo platito junto a la cucharita de plata. Pese a la queja de su amo, la taza a penas contenía 2 gotas rojizas.

En la sala, un jóven adolescente de unos dieciséis años aparentes miraba la pared del fondo donde reposaba un enorme cuadro de lo que parecía un ángel de alas negras y un atuendo de seda blanca manchado de sangre.
Había oscuridad, sólo la luminosidad de las velas y la luz que se dejaba asomar por debajo de la puerta.
En la ventana los copos de nieve caían aglomerándose en las esquinas.

El rostro pálido del joven frunció el ceño, parecía molesto por algo.

No más allá, 2 plantas por debajo, el mayordomo entraba en la cocina contemplando a la ama de llaves hablar con la cocinera sobre los problemas que acarrearía la nieve a los rosales según le comentó el jardinero.
Un cuchillo manchado de sangre reposaba sobre la mesa. Sólo bastó la mirada espectante del mayordomo para que la cocinera pusiese en remojo el filo del utensilio.

- El señor no cenará, está disgustado con los invitados.
- No tenemos la culpa, tampoco podíamos dejarles morir de frío...
- Bueno, el señor no se encuentra muy bien últimamente, a penas se alimenta y menguan sus fuerzas.
- ¿Qué podemos hacer? No se me ocurre qué más prepararle...
- No te angusties, iré al pueblo y traeré algo que le pueda satisfacer. Angelina, gracias por tu labor pero puedes marcharte a descansar, ya prepararé algo para la cena yo mismo. Carol, dile a Sonia que limpie mejor las habitaciones de los invitados, el señor está molesto con sus descuidos.

Acto seguido,Nicholas salió de la cocina, subió las escaleras hasta la planta baja y danzó por el hall hasta llegar a la puerta. "Esto es lo más emocionante de mi trabajo" pensaba para sí mostrando una sonrisa de satisfacción.

El jardín estaba teñido de blanco por las seguidas nevadas. El coche negro reposaba frente a las escaleras del portal. Mientras entraba en el coche, Nicholas echó un vistazo a uno de los ventanales del primer piso encontrándose con los ojos púrpura de Aidan.

Conduciendo por el extenso jardín, en uno de los montones de nieve una mancha roja asomaba como un rubí sobre un mantel blanco iluminado por la vaga luz que penetraba aquel cielo opaco cubierto de nuves negras.


...


En el pueblo más cercano un lujoso coche negro paseaba por las calles buscando algo que parecía no encontrar. Finalmente se detuvo frente a una pastelería.
Nicholas entró decidido a recoger lo que buscaba.

- Buenas tardes.
- Muy buenas tardes señor, ¿desea algo?
- Me gustaría aquel pastel de fresas con nata y moras.
- Excelente elección, ahora se lo envuelvo.

Mientras esperaba que la dependienta volviese otro cliente intentó coger sin permiso alguno unos bombones de chocolate, pero la mano de Nicholas le impedía alcanzarlos.

- ¿Te pasa algo? ¡Quita la mano!

Nicholas miró fijamente las orbes azules del otro chico. Tendría unos veintidós años como mucho. El chico pareció haber comprendido un mensaje oculto y salió de la tienda.
La dependienta regresó con el pastel debidamente envuelto y Nicholas pagó dejando como propina una cálida sonrisa, la dependienta pudo sentir que le faltaba el aire y es que las fuerzas se le escapaban al contemplar un rostro tan diabólicamente hermoso sonriendo gratamente para ella.

Ya en la mansión, Nicholas bailó un pequeño bals con el pastel hasta las escaleras de la cocina las cual bajó sin apenas pisarlas y dejó el pastel sobre la mesa.
Recordó que debía hacer la cena, por ello, revisó su reloj de bolsillo para saber de cuánto tiempo disponía para los preparativos.

- Bueno, unas empanadas de carne para el servicio podré hacer, la cena de Aidan ya está lista.

Y con insultante felicidad comenzó a preparar la masa de las empanadas. Cuando fué a introducir la carne se dió cuenta de que en la cocina no estaba.

- Vaya, pensé que ya la habrían traído...

Su gesto principal fue de disgusto, pero su rostro adoptó una figura maquiavélica mientras empuñaba el cuchillo jamonero y una bolsa de esparto.

Minutos después regresaba con el cuchillo ensangrentado y la bolsa goteando sangre, llena de carne.

Sacó los pedazos de carne y los fué cortando en tacos más pequeños y los introducía en la masa que posteriormente introduciría en el horno.

- Bien, voy a limpiar el hall...

...

Era la hora de cenar y el servicio estaba reunido en un pequeño comedor. Angelina, la cocinera; Carol, la ama de llaves; Sonia, la limpiadora y Joshua, el jardinero.
Una enorme empanada abarcaba el centro de la mesa junto a unas botellas de agua.

- Ha sido un día tranquilo - dijo Joshua.
- Eso será por ti, como el jardín está nevado... - Replicó Angelina.
- No te quejes que la cena la ha preparado Nicholas, y tiene muy buena pinta. - Comentó Carol. - ¿No te parece, Sonia?
- Sí... - Dijo bastante cohibida.
- Tranquila mujer, por un descuido no te despedirá, yo me encargaré de ahora en adelante del cuarto de invitados. - Dijo Nicholas que acababa de entrar.
- Vaya, ¿hoy tampoco nos acompañarás en la cena? - Preguntó Joshua.
- Lo lamento, tengo que servirle la cena al señor todavía, en otra ocasión - Sonrió tiernamente.
- Siempre que tenemos invitados te encargas prácticamente de todo... - Refunfuñó Angelina
- ¡Es cierto! ¿Y los invitados? - Preguntó exaltada Carol.
- Tranquilidad, yo ya me e encargado de los invitados. La comida que preparó Angelina parece que les encantó. Ahora disfrutad de la cena, yo iré a abrir la puerta. - se giró y se fué de la habitación.

A penas nadie había percibido el ligero tintineo del timbre del portal. Despreocupadamente comenzaron a cenar.

En el hall, Nicholas abría la puerta dejando ver a un joven de pelo negro y ojos azules.

- Bienvenido a la mansión Burthor, el señor le espera impaciente.

El chico subió las escaleras hasta el primer piso, cuando fué a preguntar hacia dónde advirtió que el mayordomo no estaba con él. de pronto, una voz dulce y embriagadora le clamaba suavemente desde l fondo del pasillo.
Como hipnotizado por el canto de las sirenas, caminó hasta la puerta del comedor.

Cuando la abrió sólo vió una larga mesa alumbrada por las velas sobre ella y los reflejos de la luna que entraban por la ventana.
Al fondo, cubierto de oscuridad, un resplandor blanquecino de forma humana difuminaba la oscuridad.

- Siéntese. - Dijo Nicholas detrás del moreno de ojos azules sobresaltándolo.
- Sí...

El chico tomó asiento y observó el pastel que colocaba frente a él. Lo había visto antes en la pastelería donde vió a Nicholas, ¿lo habría comprado para él?

- Gra-gracias...

Nicholas sirvió un pedazo de pastel al invitado y éste comenzó a comer agradecido.

Con apenas un susurro Nicholas asintió a las palabras de su amo. cerró la puerta del comedor con llave.

Unos pasos surgieron de la profundidad de la estancia acercándose lentamente al invitado. Éste se giró y sontempló la puerta cerrada y custodiada por Nicholas que le sonrió con despreocupación.

Los pasos daban lugar a una silueta de estatura media, tez pálida y ojos púrpura con cabello cobrizo.

- Mi nombre es Aidan Burthor, ¿es de su agrado el pastel?
- Sí, mucho. Mi nombre es...
- ¡Shh!, ¿te interesa a ti saber cómo se llaman los pollos que comes?
- ¿Perdón?

Cuando quiso darse cuenta se encontraba de espaldas a la pared a unos 10 centímetros del suelo agarrado del cuello por Aidan.
Sus ojos púrpura adquirieron un tono carmín mientras unos colmillos se dejaban entrever por sus finos labios.

...


Nicholas limaba las uñas de Aidan que reposaba en un sofá del salón.

- ¿Ha sido de su agrado la cena?
- Siempre sabes cómo contentarme... - sonrió pícaramente. - ¿Qué has hecho con el cadáver?
- Lo he escondido en el almacén, mañana tocan croquetas.
- Jajaja, así me gusta.
- ¿Me permite una sugerencia? - Esperó hasta que Aidan asintió. - Debería crear algún ghoul o al menos dejar alguna víctima con vida...
- Sé que las desapariciones de gente son peligrosas, pero no puedo evitar beber todo su ser para saciarme... además, en épocas deescasez siempre puedo alimentarme de ti, Nicholas.
- Sí, mi amo... - acercó sus labios a la muñeca de Aidan.
- Bebe...

Los colmillos de Nicholas desgarraron la fina piel marmórea de Aidan dejando brotar un, ahora cálido, borbotón de sangre.
Nicholas, en esos momentos de éxtasis, recuerda lo poco satisfactorio que resulta alimentarse a distancia de pobres mujeres desesperadas y enamoradizas. La sangre de su amo lo extasiaba.

- ¿Ya estás excitado? - se rió inocentemente Aidan.
- Su sangre es especialmente sabrosa, tan dulce y pegajosa como la miel y tan excitante como el mayor de los afrodisíacos...
- Prepara mi baño aromático de eucalipto, aún queda mucha noche y hoy me apetece en la bañera...
- A sus órdenes, mi señor...

En el jardín, una rosa asomaba entre la nieve, roja, vigorosa y realmente hermosa...

NaiT

1 comentario:

Luismi dijo...

o.O

es, francamente, buenísimo

en serio!!! me lo iba creyéndo todo según contabas, es muy bueno, y me gusta que el relato siga, espero impaciente as siguientes partes ;)